martes, 8 de enero de 2019

La Leyenda del Tapacaminos o Pájaro Pu'ujuy


Seguramente con frecuencia te haz encontrado con está ave en tus rodadas nocturnas, posada a media brecha te ha asustado más de una vez, sus ojos brillan con la luz de la lámpara y es curioso pues confiada en su mimetismo, alza el vuelo a muy corta distancia, casi a punto de pasar encima de ella con la bicicleta. 

El tapacaminos o Pu'ujuy en Maya, son parte de la familia de los caprimúlgidos. Sus hábitos alimenticios son de gran utilidad para los granjeros, porque comen insectos que pueden ser nocivos para las cosechas. Estos devoradores prolíficos son muy útiles para el control de plagas.

El tapacamino es una pequeña ave migratoria conocida por sus acrobacias aéreas y sus marcas blancas. Estas aves suelen tener plumas cafés, negras y grises mezcladas con una distintiva banda blanca en cada ala. Los machos pueden tener una banda con forma de cuarto menguante en el cuello. Su patrón de vuelo suele ser errático. Se lanzan verticalmente y cambian con frecuencia de dirección a altas velocidades. A veces son confundidos con murciélagos debido a sus movimientos de vuelo.

Para atrapar al vuelo a pequeños insectos, mariposas y polillas, ha desarrollado unas largas plumas especializadas a los lados de su pico, que cualquiera que los ve juraría que son “bigotes”. A estas delgadas plumas se les denomina “cerdas rictales”, que como una red, dirigen la comida hacia su pequeña boca. Durante el día son prácticamente invisibles, y se les puede observar descansando inmóviles sobre ramas gruesas o en el mismo suelo, confiando que su excelente mimetismo les protegerá de cualquier peligro. Tienen unos enormes ojos, que por la noche utilizan para localizar con una exactitud sorprendente.

Son aves relativamente pequeñas (no mas grande que una paloma), cuyas patas se han reducido tanto que ha perdido casi en su totalidad la capacidad de caminar, por haberse especializado en capturar a sus presas en vuelo. Otra de sus características sorprendentes, es la adaptación que tienen para “no hacer ruido” al volar, ya que sus presas los detectarían.

El nombre de “tapacaminos” tiene su origen creado por la gente del sureste de México. La leyenda es deliciosamente interesante, pero antes de mencionarla hay que hacer hincapié de que, en los caminos rurales y poco poblados, el tapacaminos tiene la costumbre de atravesarse constantemente al paso de los vehículos, posándose más adelante a la espera de su llegada y levantando el vuelo justo antes de ser atropellada, aprovechándose de los insectos que se ven atraídos por las luces de los vehículos.

Cuenta la leyenda maya que el Gran Señor decidió un día nombrar al “rey de las aves”, por lo que convocó a un concurso para que participaran las aves más bellas, talentosas e inteligentes. En ese entonces el tapacaminos era un ave noble y desinteresada, con un bello, colorido y enorme plumaje que ostentaba dignamente. Al no tener interés por participar en dicho concurso, un ave fea y de mala reputación le solicitó en préstamo su plumaje, con la promesa de devolverlo tras el concurso, perdiera o ganara. Siendo éste un ave ingenua y sin maldad aceptó prestarlo, confiando en su promesa de devolverlo. Llegado el día del concurso el impostor se presentó como un Quetzal, ostentando un hermoso plumaje que a todos impresionó, ganando el preciado título. Pero por su gran ambición decidió no devolver su traje de plumas, huyendo desde entonces del tapacaminos considerada por muchos como “el ave más fea”. La leyenda finaliza con la razón del por qué el tapacaminos se te cruza en tu camino, pues te está preguntando: “¿No has visto al Quetzal? ¡Ese impostor que me robó mi traje!”, a lo que debes contestar amablemente: “se fue por allá, entre los árboles aquellos”. 

Esta es una leyenda representante del Folklore tradicional mexicano, que destaca la imaginación característica de nuestra gente, y que nos deja una moraleja muy clara: “no creas en las palabras de un hipócrita”, pero igualmente nos debe hacer reflexionar sobre la belleza o fealdad de los animales, pues sin importar su apariencia, todos tienen un importante papel qué desempeñar en la naturaleza y nuestros ecosistemas, teniendo el mismo derecho que nosotros por existir y seguir existiendo.

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