lunes, 26 de diciembre de 2011

México no es Holanda..!

Quienes promovemos el ciclismo urbano frecuentemente utilizamos el ejemplo de Amsterdam, una ciudad donde el 38% de los viajes se hacen pedaleando. Se nos llena la boca al hablar de esa mítica meca del pedal, que aparentemente ha hecho todo bien. Hablamos del diseño de sus ciclopistas, de la normatividad que rige al tránsito, de la cultura de respeto al ciclista y al peatón, de los diseños de bicis que permiten transportar pasajeros o carga, y de un muy largo etcétera. Lamentablemente la burbuja se revienta en cuanto alguien responde, de manera clara y contundente:

“México no es Holanda”.

La frase es devastadora, no solo por su obviedad, sino por lo que sugiere de forma implícita. Atrás de la lección en geografía siempre viene el sub-texto: “México no es Holanda, pinchi elitista”. “México no es Holanda, pinchi ingenuo”. Y sí, es elitista e ingenuo afirmar que de un plumazo podemos reproducir lo logrado en Holanda. Ampliar la infraestructura ciclista a todos los rincones de la ciudad, con la calidad requerida, implica cuantiosos recursos. Cimentar una cultura de respeto y tolerancia al peatón y ciclista lleva décadas. Pero nadie en su sano juicio está pensando en Amsterdamizar nuestras ciudades de la noche a la mañana. De hecho, la lección que brinda el ejemplo europeo es que la ruta es larga, complicada y contenciosa.

Lo que tenemos que importar de Amsterdam no es tanto el resultado, sino el proceso, documentado en brevemente en este video:



Hay miles de cosas que dificultan la comparación entre México y Holanda. Sin embargo, si siguen el video, verán que es posible extraer una narrativa útil para el México de hoy:

1) el número de coches crece de manera exponencial,

2) el gobierno responde entregándole la ciudad a los carros (ajustando la ciudad para que quepan más),

3) contrario a las expectativas, la ciudad se convierte en un gran estacionamiento,

4) crece la contaminación, la congestión, los accidentes, los niños no pueden jugar en las calles, cae la calidad de vida,

5) un incipiente número de locos comienza a promover el ciclismo urbano, y poco a poco el incipiente número crece,

6) un par de experimentos demuestran la conveniencia de invertirle al ciclismo urbano,

7) esos experimentos justifican cambios profundos en la política pública urbana de todo el país.

Quizá México no es Holanda, pero el México contemporáneo si tiene algunas cosas en común con el Holanda de los 1960s: El nivel de ingreso ha crecido respecto a la generación anterior, el costo de los autos ha bajado, y muchos gobiernos locales promueven una agenda de “modernidad” que requiere rediseñar las ciudades para acomodar al creciente cantidad de automóviles. Los barrios son demolidos para acomodar autopistas urbanas, las plazas se transforman en estacionamientos, las banquetas son cada día más angostas y las ciudades pierden densidad. Pero afortunadamente en el México de hoy, como sucedió en el Holanda del siglo pasado, comienzan a surgir pequeños grupos de ciudadanos dispuestos a levantar la voz, comienzan a aparecer pequeñas intervenciones urbanas exitosas, y el tema comienza a colarse en la agenda.
 
Quizá México no es tan amigable al ciclista urbano como Holanda, pero todavía podría ser.

Twitter: @oneflores

Tomado de Animal Politico

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