Los frenos de disco hidráulico se han convertido en uno de los sistemas más eficaces y utilizados en el mundo del Mountain Bike, debido a su excelente potencia de frenada y la óptima dosificación del esfuerzo requerido para detener con contundencia una bicicleta. Sin embargo, unas pastillas de freno sucias o contaminadas pueden ocasionar un serio problema a cualquier ciclista, debido a que son las responsables principales de frenar el disco de freno y cualquier contaminación sobre las mismas puede desembocar en un incorrecto funcionamiento del sistema de frenado de nuestra bicicleta, con consecuencias nada buenas para el/la ciclista que las sufra.
El primer paso: desmontar y limpiar nuestros componentes
Ya sea por una fuga de aceite de la horquilla de la suspensión, una fuga en el circuito hidráulico de los frenos o por una simple mala manipulación por nuestra parte a la hora de engrasar la transmisión, la contaminación de las pastillas de freno de nuestra bicicleta puede tener muchas y variadas causas con resultados desastrosos. En estas condiciones, las pastillas de freno absorben los lubricantes que entran en contacto con las mismas y pierden la capacidad de frenar el disco de manera eficaz. A continuación, veremos algunos métodos sencillos para recuperar unas pastillas de freno contaminadas.
Para limpiar eficazmente los discos y las pinzas de freno, lo más recomendable es utilizar alcohol isopropílico, alcohol etílico normal o algún producto específico para la limpieza y desengrase de estos componentes. Usando una generosa cantidad de alcohol y con la ayuda de un paño suave y un cepillo de dientes o similar, podremos realizar una limpieza exhaustiva y completamente satisfactoria de los discos y pinzas de freno de nuestra bicicleta, dejándola a punto para instalar nuevamente unas pastillas de freno en condiciones óptimas.
¿Cómo recuperar unas pastillas de freno contaminadas?
Una vez tenemos las pinzas y los discos de nuestra bicicleta libres de grasa y cualquier otro tipo de agentes contaminantes, ya podemos proceder a intentar recuperar las pastillas contaminadas propiamente dichas. Y decimos intentar porque, a pesar de que los métodos que veremos a continuación suelen ser bastante fiables, unas pastillas de freno que hayan sufrido una contaminación prolongada y en las que la superficie de frenado ya esté completamente impregnada de lubricante pueden resultar francamente difíciles de recuperar y la mejor opción es sustituirlas directamente.
Método 1: La limpieza
El primer método es muy simple y consiste simplemente en una limpieza más o menos profunda de las pastillas. Este método de limpieza es válido y puede funcionar si las pastillas se han contaminado muy poco y el aceite o agente contaminante todavía no ha sido absorbido por las mismas. Antes de proceder a la limpieza, lo más efectivo es aplicar un poco de papel absorbente sobre las pastillas para eliminar todos los residuos existentes en la medida de lo posible.
Después, al igual que hemos hecho con las pinzas y los discos de freno, utilizaremos alcohol isopropílico, alcohol etílico o un producto específico para la limpieza de las pastillas, Con ayuda de un cepillo, el desengrasante elegido y agua abundante, podremos eliminar los restos de residuos que hayan podido quedar incrustados sobre la superficicie de las pastillas. Con un poco de suerte y si la contaminación era muy leve, nuestras pastillas de freno estarán listas nuevamente para ser montadas en nuestra bicicleta.
Método 2: El fuego
Puede sonar un poco bárbaro, pero en realidad el fuego es un gran aliado a la hora de limpiar las pastillas de freno. Si lo pensamos bien, la mayoría de aceites lubricantes están compuestos de hidrocarburos y son un excelente combustible. La pastilla de freno está fabricada en un material refractario de alta resistencia al calor, por lo que al final este método resulta altamente eficaz. Sin embargo, el calor de una llama es muy alto, y no se recomienda utilizar este método con pastillas orgánicas. La resina que forma el revestimiento de este tipo de pastillas tiende a cristalizarse a temperaturas elevadas y provoca que este revestimiento se endurezca, con la consiguiente pérdida de potencia de frenado. Este método de recuperación de pastillas mediante el fuego es más recomendable en pastillas semi-metálicas y metálicas.
Este segundo método es muy simple. Para ello, debemos agarrar la pastilla de freno con algún tipo de herramienta que impida que nos quememos las manos (pinzas, alicates o similar) y aproximar la superficie de frenado hacia una llama, como pueden ser los fogones de nuestra propia cocina o, en caso de emergencia, la llama de un mechero. Realizando 3 o 4 pasadas sobre el fuego de no más de un par de segundos para evitar el sobrecalentamiento y un exceso de restos vitrificados en la pastilla, el posible aceite contaminante debería estar quemado completamente.
Una vez pasadas por el fuego, es más que probable que se forme una pequeña costra de material brillante sobre la superficie de las pastillas. Con una hoja de papel de lija de grano fino (120 o similar) apoyada sobre una superficie completamente plana, procederemos a aplicar movimientos circulares apoyando la pastilla sobre la lija sin realizar ninguna presión, hasta que la capa brillante de la superficie de frenado se elimine por completo. Una vez hecho ésto, ya tendremos nuestras pastillas de freno listas para trabajar de nuevo.
Método 3: La lija
Normalmente los restos de lubricante y/o aceites son absorbidos por las capas más superficiales de las pastillas de freno, por lo que al eliminar estas capas las pastillas suelen quedar nuevamente listas para ser utilizadas sin ningún otro problema. Con un pequeño lijado de la superficie de las pastillas conseguiremos eliminar las capas contaminadas que son las causantes de la mayoría de problemas, siendo este método el más eficaz para las pastillas de freno orgánicas y el mismo método utilizado tras el proceso de quemado de los restos contaminantes.
Para pulir la superficie de unas pastillas de freno de forma óptima y uniforme, colocaremos un papel de lija de grano fino (120 o similar) sobre una superficie completamente plana y con la cara abrasiva mirando hacia nosotros. Después, con la pastilla apoyada sobre el papel de lija, realizaremos movimientos circulares con ayuda de nuestros dedos, sin realizar mucha presión ya que el papel de lija consume muy rápidamente la superficie de frenado de las mismas. Con un poco de paciencia, conseguiremos eliminar completamente cualquier resto de contaminación dejando nuestras pastillas en perfectas condiciones de uso.
Una vez recuperadas nuestras pastillas de freno, solamente debemos comprobar que nuestros frenos se encuentran en perfecto estado. Con las pastillas montadas y la bicicleta a punto, bastará con dejar a punto nuestras pastillas de freno recién estrenadas nuevamente para asegurarnos que nuestros frenos continúan siendo igual de fiables, con el fin de evitar un susto innecesario.
Si con todo esto... Aún no te alcanza, las sumergimos unas horas en Coca-Cola... (Sólo para pastillas metálicas).
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