jueves, 14 de abril de 2016

Paul de Vivie (Velocio) | Inventor del Cicloturismo


Al señor Paul de Vivie, francés nacido cerca de Saint Etienne a mediados del siglo XIX, le cabe el honor de ser el inventor del cambio trasero en la bicicleta, fundar la revista "Le cycliste", inventar el término “cicloturismo” (cicloturisme, en francés), fundar el primer club cicloturista francés, ser uno de los padres de las pruebas no competitivas de larga distancia y tantas otras cosas más.

Su apodo era Vélocio, que evocaba la “velocidad” y la “bicicleta” (velocité y vélo, respectivamente, en francés)

Era un auténtico apasionado de la bicicleta, hasta el punto de que cerró su empresa de seda y montó otra de bicis, primero trayéndolas de Inglaterra y luego fabricando las suyas propias.

Un día que se encontraba subiendo el col de la République, cerca de Saint Etienne, uno de sus lectores que iba en su propia bici y fumando en pipa, le adelantó. Eso le hizo recapacitar mucho sobre la inoperancia de los desarrollos en los distintos terrenos y le llevó a inventar el cambio trasero, todo un hito en aquel entonces. Es decir, que el cambio trasero se inventó por un pique, ni más ni menos. Condición humana.

Su invento, cuya primera producción en serie fue realizada en 1906, no tuvo mucha aceptación en un principio. Los organizadores del Tour de Francia, por ejemplo, decían que era para abueletes, inválidos y mujeres. Velocio, sin embargo, disfrutaba, ahora sí, sus subidas al Col de la Republique con su bici de cambios, en las que pasaba a los otros ciclistas que se encontraba.

Fue uno de los primeros Randonneurs (ciclistas de larga distancia) del país galo, haciendo rutas de hasta 40 horas, en bicicletas bastante antiguas y en unos tiempos bastante decentes para el material y las carreteras que había entonces. Reivindicó también que en bicicleta, y pese a ir a un ritmo alegre, se disfrutaba más y se recordaba mejor el paisaje que yendo en tren o en coche. A raíz de esas correrías que se hizo en bicicleta por toda Francia, se montaron luego una seria de recorridos, como la todavía existente Flecha Velocio, prueba francesa no competitiva de 360 kilómetros a hacer en menos de 24 horas por equipos de entre 3 y 5 ciclistas por un recorrido que parte desde distintas partes del país y les lleva al mismo destino, donde se reúnen todos.

Vélocio murió atropellado por un tranvía a los 77 años de edad. Seguramente hubiera sido una persona mucho más longeva de no ser por esa desgracia, dado que era lo que hoy en día se ha venido a llamar "un ecologista convencido": gran amante de la naturaleza, de la vida sana, vegetariano y anticonsumista (reclamaba que se evitaran los gastos energéticos innecesarios), todo con lo cual me identifico. 

A día de hoy se sigue tomando como una referencia "Los siete mandamientos del ciclista", que dejó como legado. Algunos de los mandamientos son frases muy celebres que incluso los no ciclistas conocen. Excepto en contadas excepciones, las he venido siguiendo a rajatabla en mis incursiones ciclodeportivas, incluso antes de conocerlas. Son las siguientes:

1. Hacer pocas paradas y cortas, para no perder el ritmo.

2. Comer antes de tener hambre y beber antes de tener sed. Frecuentemente, pero en pequeñas cantidades.

3. No llegar hasta la fatiga anormal, que te hace perder el apetito y el sueño.

4. Abrigarse antes de tener frío, destaparse antes de tener calor. No temer al sol, al aire ni al agua.

5. Cuando menos durante la ruta, eliminar de la dieta tanto la carne, como el vino y el tabaco.

6. No forzar, no sobrepasar la capacidad de uno mismo, especialmente durante las primeras horas, cuando uno se siente con fuerzas.

7. No pedalear nunca por amor propio. 

La de años que han pasado, y sigue teniendo vigencia. Para acabar, unas frases de algunos de sus artículos en la revista Le Cycliste, absolutamente memorables:

“La bicicleta no es sólo una herramienta de transporte, sino también un medio de emancipación, un arma de liberación. Libera el espíritu y el cuerpo de las inquietudes morales, de las enfermedades físicas de la existencia moderna, de la ostentación, de la convención, de la hipocresía – dónde la apariencia lo es todo, donde parecemos, pero no somos nada –.”

“Después de un largo día en mi bicicleta, me siento fresco, limpio, purificado. Siento que he establecido contacto con mi entorno y que estoy en paz. En días así estoy impregnado de un profundo agradecimiento por mi bicicleta. Incluso si no me divirtiera pedaleando, aún así lo haría por conseguir la paz en mi mente. ¡Qué maravilloso tónico es estar expuesto a luz brillante del sol, a la lluvia, al asfixiante polvo, a las gotas de niebla, al aire rígido, a los vientos que te castigan!"

"Nunca olvidaré el día en que subí al Puy Mary. Éramos dos en un precioso día de Mayo. Empezamos con sol y con el torso desnudo. A mitad de la subida, las nubes nos envolvieron y la temperatura cayó. Poco a poco se hizo más frío y más húmedo, pero no lo notamos. De hecho para nosotros fue un placer. No nos molestamos en ponernos la chaqueta y llegamos al pequeño hotel en la cima con ríos de lluvia y sudor corriendo por nuestros cuerpos. Me estremecí de arriba a abajo.”

Visto en: | Eldelabici.blogspot.mx

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