Mi tío, como si
hubiera oído lo que pensé, me contesto -No te preocupes, todo estará bien…
Continuamos caminando, pasamos por un mercado donde vendían las mejores frutas
y verduras pero no tenían el más mínimo olor, entramos por un callejón y justo al final, a la derecha, había una pequeña puerta.
Mi tío me invitó
a pasar, pero él se quedo afuera, junto a la puerta, como si cuidara la
entrada. Entré a la casita, se trataba de un casa humilde pero confortable, las
piezas eran corridas y el techo muy bajo, me quede en el cuarto de adelante, en
la puerta que conectaba con los demás cuartos se veía oscuro. Los cuartos eran
muy pequeños, más pequeños que las casas de infonavit, pero se veían bien pues
no tenían muchos muebles, sólo lo necesario.
Mi tío Manuel
asomó la cabeza hacia adentro y me dijo, -Ve al siguiente cuarto, allí te
esperan, camine y pase por la puerta oscura que conduce al siguiente cuarto, de pronto, todo se iluminaba al estar dentro. Como si pasaras a otra dimensión.
Allí vi una
mesita redonda en el centro y sentada a la mesa había una hermosa ancianita, que al
acercarme a ella, me di cuenta de que era mi Bisabuela Mamasil, ella fijo su
mirada en mi y pude ver que esbozó una linda sonrisa demostrándome que le daba
un gusto enorme volver a verme al igual que a mi, la abrace por un largo rato tratando de recuperar el tiempo de su ausencia.
Aun abrazado de
mi bisabuela, sentí una mano firme en mi hombro que me decía, -Mi cachito de
cielo! …Me dije para mis adentros -Don´t fuckin mames..!!! El único que me decía así era mi
abuelo Carlos, we… Soltándome de mi bisabuela me di la vuelta para darle un gran
abrazo a mi abuelo que tenía mucho más tiempo de no verlo. Fue el primero que
se nos fue. Al abrazarlo sentí que su barba me raspaba las mejillas como en antaño, y sentí las mismas cosquillas que me gustaban. El abuelo Carlos, me acuerdo que me hizo un patín del diablo de madera y pintado de plateado, con el que recorría la terraza de la casa de la 48.
Después de los
efusivos abrazos y besos, nos sentamos a conversar, me dijeron que se sentían
muy bien, no les dolía nada, no tenían achaques y que estaban muy felices... Y se notaba!
Mi bisabuela, que vestía su eterno hupil, se
levantó y se fue a lo que me imaginé era la cocina y trajo unas espumosas tazas
de chocolate caliente hecho a mano con molinillo y unos “pimitos” de puyul…
Mientras los "devoraba" me decían que ellos estarán presentes
siempre y cuando exista alguien que piense en ellos, que los tenga en
sus recuerdos… Y que cuando ya nadie los tenga en su mente, simplemente desaparecerán,
se evaporarán y pasarán a otro nivel superior, donde los prepararán para la
reencarnación, según hayan sido sus actos anteriores y su arrepentimiento,
reencarnarán en lo que un ser mayor y poderoso decida, para darles una nueva oportunidad
de vivir y hacer algo importante en el mundo terrenal.
Mi bisabuela
levanto los trastes de la mesa y me indicó que yo pasara sólo al siguiente
cuarto, allí había una pequeña mesa cuadrada, en el centro había una cerveza
clara de las grandes, cahuama pues, bien fría y dos vasos de cristal, pero no había nadie, me senté a la mesa para ver que
sorpresa me esperaba, a mis espaldas escuche una voz que me decía –Que onda
cabrón, pensaste que se me olvidaron las chelas que te prometí..???
.
.
Era mi primo
Carlos vestido tan sencillo como siempre con una playera sport sin mangas y un
short de mezclilla, nos saludamos de mano de la forma especial que inventamos y nos dimos una gran abrazo y nos sentamos, el me sirvió un
vaso de cerveza cuidando que no le salga espuma como nos gusta tomarla.
Inmediatamente
recordé que unos días antes de su lamentable fallecimiento, habíamos quedado de acuerdo de tomar
unas cervezas en casa de mi mamá, pues hace tiempo que no convivíamos como antes, por
cuestiones de trabajo y familia… Pero ya no se pudo. (El era piloto aviador e instructor de vuelo, su avión cayo en los manglares de Cancún, Q. Roo a causa de una tormenta).
Le pregunté que era
lo que hacia, pues se veía en buen estado "físico" al igual que los abuelos y el
tío Manuel… Me explicó que ellos se ven según como los recuerda la gente,
mientras mejor los recuerden, ellos mejor se ven tanto de salud como
físicamente, -Cuando la gente nos olvida es cuando empezamos a deteriorarnos, pero
yo se que tu me recuerdas bien y mucho primazo! me dijo dándome un golpe con su puño en
el hombro.
Brindamos
chocando los vasos y no habíamos tomado ni media cerveza, cuando mi
bisabuela se asomó y me dijo un poco angustiada, -Hijo, te tienes que ir. Yo le
respondí –No Mamasil, aquí me siento bien a gusto y no deseo regresar. Era
la verdad, yo sentía una paz interior bien cabrona y no me preocupaba absolutamente nada!
-Levántate y
acompáñame a la salida, que aún no es tu hora! No te preocupes que nosotros
iremos por ti cuando sea el tiempo, me dijo mi querida bisabuela Mamasil… Salí
de la casa, no sin antes despedirme rápidamente de todos ellos, mi tío me
aguardaba en la salida para llevarme de regreso de donde venimos.
Salimos del
pueblo y empezó de nuevo la oscuridad, en el cielo nublado puede notar que pasaban muchas
sombras grandes pero no alcanzaba a ver que eran, le pregunte a mi tío que pedo
con eso..? Y me dijo que eran las almas negras de personas corruptas, malos políticos, delincuentes, o que le iban al América o
que habían cometido suicidio, se dirigían directamente a una especie de
encierro donde sufrirían durante siglos mientras esperaban a ser juzgados.
Seguimos
caminando, luego sentí un frío que me calaba hasta los huevos, cruzándome de
brazos para obtener algo de calor, le dije a mi tío Manuel –Uta, nunca había
sentido un frío tan culero! Cierra los ojos, me dijo, poniendo una de sus manos
sobre mis parpados… El frío se fue de inmediato y cuando abrí los ojos era de
madrugada, estaba yo sólo a las puertas del cementerio, mi bicicleta junto a mí
y ni rastro del Beto.
Era extraño,
nadie sabía nada de mi amigo desde aquella tarde. Varios días no salí de mi casa. Luego salió publicado en el diario local que fue encontrado el cadáver de un joven, tirado a las afueras del
cementerio abandonado, traía unos cortes en las muñecas por donde se le había
escapado la vida tristemente.
Beto tomó una mala decisión, no pudo soportar la ausencia de su
novia Cindy a la que quería mucho… Y ella se lo llevó, desgraciadamente no estarán juntos pues él era
una de esas almas negras que yo había visto pasar volando.
Ese día decidí nombrar a mi bicicleta con el nombre de "Beto" en memoria de mi querido amigo y así recordarlo para prender una velita que lo guíe al camino de la luz eterna.
Ese día decidí nombrar a mi bicicleta con el nombre de "Beto" en memoria de mi querido amigo y así recordarlo para prender una velita que lo guíe al camino de la luz eterna.
FIN
Eduardo Manuel Paredes Martínez
30 de Noviembre de 2012
Mérida, Yucatán, México.
Mérida, Yucatán, México.
PD: Poco tiempo después de estos suceso, me di cuenta que en ese viaje no ví a mi padre, William, que falleció en un accidente en motocicleta en la carretera a Progreso, cuando yo tenía únicamente 3 años, y no lo vi por obvias razones... Por eso recordemos por
siempre a nuestros muertitos para que estén siempre vivos..!!!
No mames!!! Me dieron como 10 escalofríos leyendo tu relato!! Muy bueno!
ResponderEliminarSaludos
Pinche Lalo buenisimo relato.
ResponderEliminarExcelente Relato Lalo...Muy ad hoc con la temporada... saludos :)
ResponderEliminarNo me la trago Lalo, ¿Como que la bicicleta estaba ahí, después de abandonarla toda la noche? seguro se la robaron, pero no podías decirlo porque entonces si sería una TÉTRICA historia.
ResponderEliminarYa en serio, muy bueno; tienes dotes de escritor.